“La metrópoli tiene este atractivo más:
que a través de lo que ha llegado a ser
se puede evocar con nostalgia lo que era”
Italo Calvino, Las Ciudades Invisibles
Intro
La ciudad es el centro donde se concentran poderes económicos, sociales, políticos, culturales, intelectuales y científicos; allí encontramos los edificios que sirven de resguardo al gobierno, a las fuerzas armadas, a los bancos, al comercio, a los museos, a las bibliotecas, a los parques, a los cafés, a las universidades y colegios, a los hoteles y moteles, en otras palabras, a todo lo que compone el tejido material de la ciudad. El hecho de que la ciudad se configure como el centro de todos los poderes, permite que no podamos abarcarla en su totalidad, es decir, que cuando hacemos remembranza de nuestra ciudad, ésta se nos presente a través de fragmentos, a través de partes pequeñas de una cosa rota.
Por tanto, cuando hablamos de la ciudad como fragmento, estamos hablando de la ciudad que en primer lugar rompemos, dividimos, y en segundo lugar reconstruimos utilizando esos pedazos; en otras palabras, la ciudad como fragmento, es la reconstrucción que hacemos de la ciudad a través de todos aquellos sitios materiales que hemos cargado de significaciones subjetivas, que hemos vuelto signo y significante de nuestras experiencias. Esas experiencias son producto de nuestro cuerpo: nuestros sentidos, nuestros pensamientos, nuestros deseos. Es mediante la utilización de nuestro cuerpo que la ciudad antes inorgánica, se vuelve parte de nosotros a través de sonidos, olores, vivencias. Y es en este proceso de construcción – destrucción – reconstrucción que nace la poética de los elementos, de los materiales, en palabras de Bachelard, La Poética del Espacio:
Vuelvo a pensar que las calles mojadas son el escenario perfecto para asesinar el recuerdo de Claudia. Sin perder la conciencia, sin temblor en las manos, sin remordimiento. Hablo del acto supremo, la última opción del hombre acorralado, hundir de un solo empellón un cuchillo mental en su irresistible rostro de mujer odiada. Y aprovechar las huellas de la lluvia en los andenes, las primeras luces del amanecer, la quietud de las calles, para consumar en silencio y sin testigos mi crimen alevoso.
DUELO DE FRAGMENTOS
La Ciudad
El paisaje húmedo es propicio porque irrita la nostalgia. Mirarlo me produce una calma rara, como de gotas en el corazón, eco de pasos en la noche, tiempos que ya no regresan. Son los mismos lugares de todos los días pero el brillo del agua les cambia el ánimo: son calles cubiertas de lágrimas.
En la obra encontramos:
a. El protagonista es un héroe en su pueblo por decidirse a ir a estudiar a la gran ciudad
b. Es estudiante de Comunicación Social
c. La ciudad se encuentra en caos por las construcciones que se están desarrollando en ella, y por una serie de atentados con bombas.
Éstas pistas al unirlas, nos llevan a definir en primer lugar que estamos en los años ochenta; en segundo lugar, que la ciudad – contexto es Bogotá, debido a que en la parte universitaria, en ninguna otra ciudad industrializada (a excepción de Cali o Medellín) se daba la carrera profesional de Comunicación Social, esto significa que el protagonista fue “arrancado” de su terruño para poder alcanzar la meta de ser comunicador social sin perder el sueño de ser un gran literato, y por último, y no menos importante, Bogotá en los años ochenta, fue atacada por sucesivos ataques con bombas por parte del narcotráfico, de las guerrillas antiguas (FARC y ELN) y las guerrillas en gestación M-19.
El Choque
Según Fernando Cruz Kronfly vivir en la ciudad es algo muy complejo, porque significa ser partícipe de unas reglas de juego que son “definidas por la ciudad” y que permiten la inclusión del individuo a la condición de ciudadano, de transeúnte, de “nómada de ciudad”: ser habitante de la ciudad significa, por sobretodo, “entrar” en el orden de lo urbano, estar psíquicamente atrapado en dichas “reglas de juego”, quedar sujetado a ellas mediante acatamientos, aceptaciones y resistencias, adaptaciones o rupturas a veces violentas.
El periodista, cómo lo mencionábamos anteriormente, es un joven de provincia que termina en la gran ciudad (Bogotá) haciendo sus estudios superiores; esto indica que tuvo que dejar atrás sus “reglas de juego pueblerinas”, y lo vemos en la obra cuando él comenta que no se sentía a gusto en su casa cuando pasaba allí las vacaciones, debido en primer lugar al tedio, y en segundo lugar al sentirse cómo un héroe. Esto indica una ruptura en el comportamiento y las costumbres de él, que se ven reflejados en su actuar en la ciudad: aquella mañana de domingo reencontraba la ciudad más grande, más sucia, más caótica, la típica sensación de los días de readaptación, mientras asumía sus calles y me envolvía en sus bellos ropajes peligrosos ; en otras palabras: vagar a solas entre la multitud, recibir la mirada anónima y ejercer en contraprestación equivalente la mirada anónima, esto es precisamente aquello que constituye al transeúnte, que constituye lo urbano, los espacios privados y públicos, y la ciudad misma en toda su grandeza, en toda su especificidad pero también en toda su crueldad y dureza.
LA CONSTRUCCIÓN – DESTRUCCIÓN – RECONSTRUCCIÓN
Bogotá, al ser una de las ciudades más grandes, permite ya no un anonimato sino una completa invisibilidad del individuo. Vemos por tanto como en la obra el periodista, tiene una visión de Bogotá que entra en conflicto con la Bogotá real, y de éste enfrentamiento, surge la verdadera Bogotá: una ciudad vacía, cuyos desplazamientos son eternos, dónde no hay calidez humana, dónde la monotonía absorbe todo, y en dónde la única vía de escape es el taller literario y la universidad.
Esta visión es la que acompaña al periodista hasta el día que encuentra a Claudia (una chica de ciudad que tiene conocimiento de sí: ver “La Congoja del Amor Finisecular de Fernando Cruz Kronfly): Se sentó a mi lado con un rebote seco, decidido de su cuerpo sobre el cojín. Al hacerlo por una deliciosa falta de cálculo, quedo medio montada en mi muslo un segundo, lo suficiente para percibir la piel fría por el baño mañanero. Luego se acomodó mejor, sin pedir disculpas, todo lo separada que permiten esos puestos de buseta. Pero el daño ya estaba hecho: el impacto de su sentada fue suficiente para cambiarme el mundo; y comienzan sus constantes encuentros sexuales en el motel Düsseldorf: desde ese momento, la visión de ciudad que él tenía, se destruye, y queda relegada sólo a los cuartos del motel dónde puede recorrer los caminos que tiene en la piel Claudia.
Desde entonces, la ciudad queda marcada por un leve tono rosa: al sentirse enamorado, los espacios antes descuidados por él, se tornan relevantes en la medida que lo remiten a alguna parte de Claudia:
Evocaciones del transeúnte que recorre la ciudad para registrarla en lo que es pero también para convertirla en estímulo desencadenante de otro mundo, transeúnte para quien las instalaciones físicas urbanas son al mismo tiempo soporte referente concreto de su vagabundaje pero también punto de partida de sus ensoñaciones evocadoras… un transeúnte mucho más “urbano” situado más en el orden de los signos, algo así como un vagabundo testigo que convierte lo cotidiano en motivo de reconocimiento y representación.
Y es allí donde la ciudad se resignifica, se reconstruye, pasa de ser aquel lugar vacio de sensaciones, al lugar dónde el “amor” envuelve todo; pero la misma ciudad se ve delimitada al lugar que permite recorrer caminos de piel, el motel Düsseldorf: el mundo entero se detiene, todos los caminos llegan al mismo sitio, ningún otro lugar tiene importancia y relevancia sino éste: la vida misma es vida y es vivida en aquel lugar, hasta que la magia del sexo es destruida, y con ella la vida de él:
No recuerdo todos los lugares recorridos anoche, Kalimán. Dos bares para amanecidos, múltiples busetas por sectores peligrosos, barrios de fantasmas, avenidas, agujeros en el pavimento, al norte, al sur, anduve por toda la ciudad vacío de vida, de intenciones
A MODO DE CONCLUSION
Después de que es destruido ese pequeño mundo, la ciudad pasa a ser significada en una tienda de barrio que por antonomasia, es el lugar más democrático del mundo: desde los más adultos hasta los más jóvenes, desde los más ricos hasta los más pobres llegan allí; y en la caso de la obra, el periodista termina en la tienda de Kalimán, un hombre que pareciese hablara con la mente y leyera la mente de sus clientes; el cual por los azares de la fama y la fortuna termino allí esperando el momento adecuado para partir, contando su historia con Claudia.
Ésta contrapartida entre el motel, la tienda, y el papel de Kalimán como oyente de la historia del periodista nos permite encontrar una construcción de la ciudad arcadia y de la ciudad histórica :
La Ciudad Arcadia:
La ciudad Arcadia pertenece al mito y puede llamarse ciudad del mito o ciudad mítica, y aunque en ellas prevalece la nostalgia por el paraíso perdido, los modelos ancestrales se ven “invadidos” y amenazados por forasteros que pretenden imponer los valores de su cultura:
En éste caso, la Bogotá lejana pasa a ser mítica, especialmente su referente cercano el Düseldorf, por todas las experiencias vividas, y porque allí fue el sitio dónde todo inicio y todo termino; el periodista quedo embriagado por las mieles que el cuerpo de Claudia le brindaba, y está en constante evocación de esos “tiempos” a la vez que repasa constantemente la pérdida de esas mieles, por un militante (guerrillero), y por la necesidad de Claudia de estar en constante movimiento sexual (véase el concepto de mujer fatal)
La Ciudad Histórica:
A este punto llega la ciudad de Bogotá, cuando relegada al espacio de una tienda de barrio, Kalimán, escucha incólume la historia del periodista, de su creación, asentamiento, auge, apogeo y posterior decadencia y destrucción con Claudia. Es decir, se convierte en “máquina de tiempo” que permite recorrer los diferentes estadios en la “evolución humana”
Por tanto, en la obra Duelo de Miradas de Oscar Godoy, podemos ver diferentes estados o categorías de la ciudad, que van íntimamente relacionados con los estados de ánimo del personaje: la ciudad como evocación, como caos, como sensación, como arcadia, como historia, cómo cuerpo de mujer:
… con ella me volví un ciudadano del Düsseldorf, un motel de las afueras…